Nació en Wisbech, Cambridgeshire, Reino Unido. Hija de Caroline y James Hill. Cuando tenía 23 se fue a vivir a un barrio de Londres. Una de sus obras más destacadas fue el Sistema Hill de Viviendas (reforma las grandes casas de Londres, convirtiéndolas en pequeñas viviendas para trabajadores).Fue en 1864 que la maestra y artista de Octavia Hill (1838-1912) comenzó a trabajar en los barrios más pobres del Londres victoriano tardío (en lo que hoy es el barrio de Marylebone y en la actualidad uno de los lugares más caros para vivir). Ella trabajó con la gente en la parte inferior de la escala social: los pobres y desempleados, que vivian en viviendas frías y húmedas. La vivienda era su principal preocupación. Hill, creía que una casa en buen estado, por pequeña que sea, con luz, aire y espacio - y con los vecinos que se preocupan por los demás - es una de las principales necesidades de la vida.
El enfoque más moderno sobre la pobreza lleva el sello del economista y premio Nobel Amartya Sen, y se inspira en la acepción primigenia de pobreza como falta de capacidad de producir o de realizar su potencial productivo. En este enfoque el énfasis está puesto no tanto en el resultado (ser pobre en el sentido de no disponer de ingresos o bienes suficientes) sino en el ser pobre como imposibilidad de alcanzar un mínimo de realización vital por verse privado de las capacidades, posibilidades, y derechos básicos para hacerlo. Esta forma de ver la pobreza se inspira, como Sen mismo lo destaca, en la filosofía aristotélica que define la “buena vida” como aquella en que se han realizado o florecido todas las capacidades encerradas en la naturaleza de los seres humanos (que según Aristóteles pueden ser muy diversas, como aquella que lleva a algunos a ser señores y a otros a ser esclavos). Esta concepción es parte de la ontología o doctrina del ser de Aristóteles donde las cosas tienen una naturaleza que determina y fija las finalidades o plenitud de su desarrollo. Así, en la política nos dice que “la naturaleza de una cosa es precisamente su fin, y lo que es cada uno de los seres cuando ha alcanzado su completo desenvolvimiento se dice que es su propia naturaleza”. El pleno florecimiento humano requiere, según Aristóteles, de la polis o ciudad, como conjunto organizado y autosuficiente de seres humanos que han realizado sus diversas naturalezas y las ponen al servicio unos de otros.
Instaló una forma de ver la pobreza y la condición de pobre (pauper) como un estado de privación o falta de recursos para poder adquirir una “canasta de bienes y servicios” necesaria para vivir una vida mínimamente saludable. Este enfoque fue sistematizado a comienzos del siglo XX por el británico Seebohm Rowntree en Poverty: A Study of Town Life (1901), un estudio pionero sobre la pobreza que se transformaría en el punto de partida y referencia de los futuros estudios sobre el tema. La razón de ello es doble. Por una parte, este estudio se basa en una amplia investigación empírica realizada en York, la ciudad natal de Rowntree, que abarcó nada menos que 11 560 familias, lo que equivalía a unas dos terceras partes de todas las familias de York. La segunda razón es que para llevar adelante su investigación Rowntree elaboró una serie de conceptos y métodos de medición que pasarían a formar instrumentos centrales en prácticamente todos los estudios posteriores sobre el tema. Entre estos instrumentos se destaca la elaboración de una “línea de pobreza”, que no solo incluía la alimentación, sino además el acceso a la vivienda, a prendas de vestir adecuadas y otros objetos absolutamente necesarios para mantener lo que Rowntree llamó “un funcionamiento puramente físico”. Esto le permitió definir dos tipos de pobreza, la “pobreza primaria” y la “pobreza secundaria”. En pobreza primaria vivían aquellas “familias cuyo ingreso total no era suficiente para obtener el mínimo necesario para mantener un funcionamiento puramente físico”.15 En pobreza secundaria vivían las familias que podían alcanzar ese mínimo, pero no disponían de excedentes.
Frente a este criterio o forma de medir la pobreza ha existido otro enfoque igualmente clásico que apunta a la posibilidad de adquirir una canasta de bienes y servicios que puedan asegurar una vida digna de acuerdo a las convenciones y estándares de una sociedad determinada. En este caso tenemos la así llamada pobreza relativa, que varía con el desarrollo social que va determinando, en cada época y sociedad, aquel mínimo de consumo bajo el cual más que ver amenazada la supervivencia se cae en un estado de exclusión o imposibilidad de participar en la vida social. El ejemplo clásico de esta forma de pobreza fue dado por Adam Smith en La riqueza de las naciones al escribir:
“Por mercancías necesarias entiendo no solo las indispensables para el sustento de la vida, sino todas aquellas cuya carencia es, según las costumbres de un país, algo indecoroso entre las personas de buena reputación, incluso entre las de clase inferior. En rigor, una camisa de lino no es necesaria para vivir. Los griegos y los romanos vivieron de una manera muy confortable a pesar de que no conocieron el lino. Pero en nuestros días, en la mayor parte de Europa, un honrado jornalero se avergonzaría si tuviera que presentarse en público sin una camisa de lino. Su falta denotaría ese deshonroso grado de pobreza en el que se presume que nadie podría caer sino a causa de una conducta en extremo disipada.”